El pequeño kiosco de Elias Quiñónes es el más requerido a eso de la 09:00. La gente viene al sector de la avenida México, en busca la suculenta comida de este afroecuatoriano de 35 años, radicado hace más de 25 años en Cuenca.
Él es experto en la cocina. Nadie le enseñó, pero según dice, eso de la sazón, lo lleva en la sangre. Las tapas de las ollas se abren y se cierran en segundos. Mientras, al otro lado de la avenida, ya le gritan “Elías, mi negro, ya vengo por tu comida”.
En la vereda, dos horas antes, Elías y su tío Silvio Arroyo, colocan sillas y tres mesas de plásticos para esperar a sus clientes, que suman más de 300 por día. En un par de minutos ya no hay sitio para sus hambrientos amigos, quienes tienen que utilizar los bordes de la carretilla para comer.
Elías vino con su familia a buscar mejor suerte en Cuenca. Tenía 10 años cuando su padre decidió que debían salir de su natal Esmeraldas y tener mejores oportunidades.
Empezaron entonces a preparar comida y hace 15 años, los conoce mucha gente. Elías ofrece siete clases de platos todos acompañados de arroz y menestra su especialidad es el encocado de pescado y el caldo de bagre.
Cuenca es una ciudad complicada, dice Elías, para los afroecuatorianos, pero la comida es un buen elemento para vincularse y demostrarles que no son ociosos o se dedican a robar como la gente les estigmatiza.