martes, 16 de junio de 2009

La fiesta del Corpus Christi en Cuenca está llena de tradición


El estruendoso sonido que produce en el cielo un destello multicolor de formas circulares da comienzo a la tradicional fiesta. A las 20h00, el Parque Calderón de Cuenca se convierte en el centro de operaciones de unas 20 personas, todas miembros de una misma familia, que se distribuyen de a poco.

Los hermanos Edwin y Juan Sarmiento Baculima, de 12 y 15 años respectivamente, colocan en la zona este del parque dos pequeños dispositivos de metal, que les servirán en pocos minutos más, para quemar los juegos pirotécnicos que provocan gigantescos destellos de luz.

En menos de cinco minutos, los niños han quemado tres coronas (llamados así porque tienen una forma circular) y cohetes. Su rutina es la misma: corren a la cuadra del frente del parque (calle Sucre) y vuelven de nuevo con más juegos para prenderlos y permitir a los transeúntes, que de a poco se concentran, que los observen.

Así da inicio a la fiesta de Corpus Christi: el cuerpo de Cristo, que en Cuenca mezcla la tradición religiosa de culto al Santísimo sacramento, con música, juegos pirotécnicos y dulces.

Edwin y Juan al igual que 18 familiares más, son los encargados de dar a la fiesta luces y color. Ellos fueron contratados por el prioste mayor de la celebración, la Universidad Católica de Cuenca para el Septenario, es decir para los siete días que dura la fiesta, hasta el próximo miércoles 17 de junio.

Media hora después, Manuel Baculima de 65 años, dirige la maniobra. Sus hijos y nietos trasladan cuatro torres hechos de carrizo, a las inmediaciones de la Catedral de Cuenca, para armar uno de los dos castillos, lleno de juegos pirotécnicos que serán quemados esta noche.

Manuel da las indicaciones respectivas y sus familiares colocan las mechas, los silbadores, palomas y ratones. En medio del castillo está escrita una leyenda relacionada con el prioste mayor.
Esto en medio de ciudadanos, que para esperar la quema visitan las veredas que circundan el parque, que están llenas de unas 85 vendedoras de una variedad de roscas enconfitadas, panes de viento, huevos de alfeñique, “frutas” de limón y zanahoria, cortados de piña, diferentes tipos de cocadas, turrones en forma de hostias y miel de abeja que dan el toque de tradición culinaria a la celebración.

Una vez terminada la construcción total del castillo, Manuel, su hija Inés y tres nietos más ya están listos para lanzar los globos de varios colores. Mientras tanto, la música bailable empieza a sonar.

Inés saca de dos talegos paja para prender la mecha de los globos. Este día lanzarán 288. Ahora todos se concentran en las luces y el sonido que genera el castillo que ya está siendo quemado. Esta sin duda es una forma externa de la alegría de un pueblo por creer en Cristo, dice el Vicario de Cuenca, Guillermo Andrade.

Los ciudadanos esperarán hasta las 22h30 para ver la quema del último castillo. Ellos estuvieron tres horas antes en la procesión religiosa del santísimo sacramento que representado por un copón y una hostia, simbolizan el Cuerpo de Cristo.

Adentro en la Catedral, dos días antes se realizaron las decoraciones respectivas para acoger en el altar mayor al Santísimo. Ahora 10 cirios blancos resguardan la figura. Allí habrá por lo menos 14 celebraciones eucarísticas durante los siete días.

Ya son las 22h00 y los vendedores ambulantes con sus pequeños carros de carnes asadas, y fritada con choclos, entran en escena, se instalan en las calles cerradas en las inmediaciones del Parque Calderón para esperar a sus compradores. (http://www.ciudadanianformada.com.ec/)